jueves, 19 de abril de 2012

El Idioma de Nadie


El cliente siempre tiene la razón. Incluso cuando está completamente equivocado. Todos los hemos tenido. El jefe de empresa que pasó dos semanas en la Provenza hace diez años y por lo tanto se considera un experto en francés. El departamento técnico que no entiende por qué llave inglesa no se traduce literalmente. El jefe de marketing que no capta por qué la gente extranjera se ofende por expresiones como llevar el gato al agua. El capataz de oleoducto que siempre llama bongos a los bidones de petróleo y no quiere oír hablar de otra cosa. He aquí un resumen de unas conversaciones telefónicas habituales y sus posibles soluciones.


EL TEXTO FUENTE CHUNGO:

El cliente: «Buenos días. Nos gustaría que nos haga una traducción exacta de este texto ininteligible. Gracias. Adiós.»

10 minutos más tarde:

-El traductor: «Buenos días. Su texto de origen apesta. ¿Qué tal si lo vuelvo a escribir primero para que los seres humanos como sus clientes lo entiendan?»

-El cliente: «No tenemos tiempo para eso. Y de todos modos, nuestro jefe estalinista lo escribió él mismo y tenemos demasiado miedo para decirle que es analfabeto. Sólo tienes que traducirlo fielmente y enviárnoslo antes de las 8 h de mañana.»

El traductor: «Bueno, vale. Se lo he advertido.»

El cliente: «Gracias. Genial. Fenomenal. Adiós.»

10 minutos más tarde:

-El traductor: «Buenos días. Según mi software, el último párrafo no es reconocible en ninguna lengua indoeuropea, ni pre-sánscrito. ¿Tal vez sea Arapaho?»

-El cliente: «Bip. Bip. Bip. Gracias por llamar a XXXXX. La oficina está cerrada. Por favor, vuelva a llamar cuando abramos a las 10 horas.»

07:45 h:

El traductor: «Buenos días. Acabo de enviarles su texto chungo fielmente traducido.»

El cliente: «Bip. Bip.»

10:10 h:

-El cliente: «Buenos días. Nuestros clientes dicen que el texto es chungo.»

-El traductor: «¡Ja! ¡Ja! ¡Ya se lo dije! ¿Han recibido mi factura?»

-El cliente: «Bip. Bip. Bip.»

10:30 h:

-El cliente: «Buenos días. Parece que se nos cortó la línea. Decía que su traducción es chunga. ¿Por qué no vuelve a escribir el texto de origen primero?»

-El traductor: «Tendré que cobrar por eso.»

-El cliente: (Después de una larga pausa) «Vamos a tener que hablar de eso con Josef, digo con José. Haga el favor de enviarlo pronto. Ahora es aún más urgente.»

-El traductor: «Tendré que cobrar por eso.»

-El cliente: «Bip. Bip. Bip.»

Resulta que este traductor había enviado al cliente varias quejas falsas de clientes potenciales inventados, suponiendo correctamente que la compañía escucharía a los clientes si no al traductor al señalar errores en el texto. Funcionó. Otro ejemplo de la poca confianza que a veces se tiene en el traductor.


EL SABELOTODO:

Esta situación surgió al traducir textos para una agencia de turismo cuyo nuevo folleto estaba a punto de ir a la imprenta.

-El cliente: «Tenemos un problema. El folleto de vacaciones de invierno dice: Come to ski.»

-El traductor: «¿Y…?»

-El cliente: «¿Por qué no dice Come to sky ?»

-El traductor: «Porque eso es esa gran cosa azul arriba con nubes.»

-El cliente: «Mmm... bien, pero voy a tener que comprobar eso. A mí no me suena bien. ¿Y qué es esta palabra the?»

Etc. durante un par de horas hasta que finalmente:

-El cliente (a regañadientes): «Bueno, está bien, pero a mí todavía no me gusta su estilo. Tal vez debería darnos un descuento.»

Dependiendo del poder dentro de la compañía de la persona con quién está tratando, la opinión del cliente final debería ayudar al traductor con este tipo de problema. Si insisten en el cambio de ski (esquiar) para sky (cielo), sólo tienes que recordarles que quedan avisados. Y siempre pide ver el producto final, ya que nueve de cada diez veces habrán cambiado cosas con consecuencias desastrosas.


EL IDIOMA DE NADIE:

El cliente: «Buenos días. García y Hermanos, Servicios de Limpieza Nuclear S.A. ¿En qué le puedo ayudar?»

El traductor: «Hola. Soy su traductor. En su texto no encuentro ninguna mención de las boquillas limpiadoras con disco rotativo.»

El cliente: «Nosotros las llamamos escupidores.»

El traductor: «¿Cómo…?»

El cliente: << «Escupidores. Eso desde que el padre de Paco, él del almacén, contó un chiste de que se parecen a los morros de su mujer, Vicenta. ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!» (Empieza a toser.)

El traductor:  «Vaaale... Pero tal vez la comunidad científica internacional puede ser que prefiera- »


 El Cliente: «Pon escupidores. Está muy bien. Hemos usado escupidores desde hace años. Sólo hay que poner escupidores en inglés.»

El traductor:  «Spitters?»

El Cliente: «¿Cómorrr?»

Esto es lo que yo llamo el idioma de nadie, una situación sin salida cuando los clientes se quedan en sus trece. Es curioso que durante el siglo XX el nuevo vocabulario americano del español, francés e inglés ha evolucionado siguiendo líneas paralelas, mientras que sus homólogos europeos fueron por otras, y esto es obviamente más notable en el lenguaje de los nuevos inventos en la era industrial, donde tal vocabulario  no existía antes (cell phone, cellulaire, celular / mobile, móvil), aunque en la edad del Internet tal vez no siga así. En un texto técnico/científico, obviamente, se debe dar por lo menos un nombre oficial o descriptivo en la lengua meta, pero qué carajo, si estás traduciendo el lenguaje publicitario para un nuevo producto o servicio, podrías ser el primero en inventar una nueva palabra. La última vez que fui a un gimnasio (hace…¡bufff!), descubrí que spinning, body-pump y footing se entienden perfectamente en español, aunque sus orígenes pueden ser desconocidas para muchos hablantes de español, y se ve que ningún traductor se atrevió (o no se le permitió) sugerir un invento español. ¿Y qué idioma es esto de todos modos? El Idioma de Nadie. Alguien tenía que decidir que la Rana Kermit sería Gustavo o René en español, que Bert y Ernie sería Epi y Blas. Que cuando Bart le dice en inglés que «comas mis pantalones cortos» en español te dice que «te multipliques por cero», y en cuanto a los cereales para el desayuno con la famosa onomatopeya de snap, crackle, and pop, no tengo ni idea de cómo es la traducción oficial, pero alguien era el primero en traducirlo. En una sociedad en constante cambio, las lenguas no son estáticas, se inventa un nuevo vocabulario todos los días por necesidad (y a veces por la ignorancia del léxico ya existente). Sé valiente, pisa donde otros temen pisar, y si estás 100% seguro de que la palabra aún no existe, entonces te toca a ti inventarla, teniendo en cuenta las cuestiones culturales/etimológicas cuando sea necesario.
El Idioma de Nadie es el lenguaje que la traducción automática todavía no puede entender: la metáfora, la ironía, la broma cultural, la idea que sale de la nada, la pesadilla de Deep Blue.
Y es ahí donde todavía estamos ganando la batalla.

Otros ejemplos de cómo contestar a los clientes al teléfono: http://torsimany.blogspot.com/2008/08/chistes-de-y-para-traductores.html

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